ES EL FIN DEL PRINCIPIO
El dolor lo quiebra,
Tal vez su cuerpo hoy
desfallezca,
Pero su espíritu se crece,
Y en medio de todos los que le escarnecen,
El dice:
Señor perdónalos porque no
saben lo que hacen.
Aun allí eleva su plegaria,
Y la humanidad dividida
mostrada a cada lado de la cruenta cruz,
Y un pecador penitente
demuestra gran virtud,
A lo que responde Jesús:
De cierto te digo hoy
estarás conmigo en el paraíso.
Y a quien queda duda de que
así lo hizo?
Y a los pies de la cruz la
amada Madre
A quien el dolor invade,
Quien traspasada su alma con
espada
El no deja desamparada,
Y en ese momento dice:
Madre he allí tu hijo, Hijo
he allí tu Madre.
Y continúa la travesía de tan
intensa agonía,
Sufría y sufría el dejo del Padre,
Y en un grito desesperado
dice:
Dios
mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?
Y luego de las densas
tinieblas que cubrieron aquel lamento suplicante,
Después de esto, una frase
intensamente personal, dice: Tengo Sed,
Y cumpliéndose la escritura le
dieron a beber vinagre.
Llegado el tiempo, con sello
de sangre,
En el culmen de su obra
salvadora, el palpitar retumbante de su pecho,
El color del cielo, el ritmo
de su respirar,
El sentido de su esperar, a la
vista un cuerpo transpirado
Llagado, sufrido, molido,
habiendo cumplido, dijo: Consumado es.
Nada quedó por hacer,
En el cielo, en el infierno y
entre los moradores de la tierra.
Y con palabras de victoria,
preparado, listo para partir,
Eleva la dulce y confiada
melodía del Salmista:
Padre en tus manos
encomiendo mi espíritu
Y en un respiro dejó su
cuerpo, muriendo y venciendo,
Perdiendo y victoriosamente
ganando,
Amando, con un amor sin
medidas,
Sufrido y amante a precio de
sangre.



Bendiciones, por eso entregué mi corazón a Cristo, ante tanto amor lo menos que puedo hacer es reconocerle como mi Salvador
ResponderEliminarEsa ed la respuesta a tanto amor...
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